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LOS SAPOS DE LA MEMORIA. Preguntas frecuentes

“Los sapos de la memoria” de Graciela Bialet

(entrevista montada en base a preguntas de Camila Garetto)

¿Qué te impulsó a escribir esta historia?

Siempre tuve la sensación que esta historia me escribió a mí… En realidad no me propuse escribirla. Creo que hasta me resistí mucho tiempo a hacerlo. Yo estaba dedicada a la escritura de literatura infantil, pero de tanto en tanto, aparecía el tema. Nunca había escrito una novela aunque me encantaba (y encanta) leer novelas. De “Los sapos de la memoria” lo primero que escribí fue el capítulo XIII “Verano de sapos”, como cuento para jóvenes, en los 80. Y luego, a mediados de los 90, “No hay tumbas para la verdad”, también como cuento (terminó siendo el capítulo XIV de la novela). Después, muy movilizada tras ver la película “Tango Feroz”, escribí de un tirón los 17 capítulos restantes de la novela. Como a borbotones. Como si alguien me la dictara. No sé, me senté y no paré hasta que la terminé (¿o me la saqué de encima luego de 13 años de estar rondándome la cabeza?). Fue como si estuviera ahí, esperándome la historia y los personajes para salir a tejer su relato, como dice Neruda “escucho, una oreja, un susurro, un pensamiento, voy a vivir otra vez…”

Cuando finalmente me decidí a hacerlo (¿o les presté mi mano?), yo quería contarles a los pibes (incluidos mis hijos, sus amigos, sus compañeros de colegio…) la otra verdad de la historia, porque como dice Lito Nebbia, “si a la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia”. Yo quise contar la historia de mi generación, la de aquellos veintiañeros que soñamos y trabajamos por un mundo mejor, más justo, más igualitario. Quise hacer notar que los jóvenes muertos no eran “loquitos”, sino personas comprometidas con la utopía de una mejor calidad de vida para todos. Por eso los mataron, porque iban a conquistar el horizonte.

¿La novela está basada en algo o alguien en particular?

No. Es absolutamente ficcional. Lo que sucede es que es una historia montada sobre una realidad social e histórica de la Argentina. Lo cierto es que yo estuve en contacto con varios hijos de desaparecidos (por razones personales, vinculares y solidarias) y mucho antes de conocer finalmente sobre la existencia del Plan Cóndor, que demostró que existía una suerte de manual de procedimiento en toda América acerca de cómo reprimir, cómo dar golpes de Estado, cómo cometer los genocidios que realizaron los militares antipatrióticos entrenados en la escuela de Panamá; bueno, mucho antes de conocerlo, yo sospechaba que había una suerte de “parecidos sospechosos” en cuanto al secuestro y abandono de los niños, hijos de los jóvenes secuestrados en los 70, pues las historias que me contaban esos “hijos” (que terminaron siendo mis “sobrinos”, alumnos y amigos) se parecían. En 1997, cuando se presentó la novela, Alfredo Leuco (periodista amigo y presentador en aquella ocasión) contó la historia de su primo Alfredito, abandonado sobre un colchoncito, a metros de su casa, cuando se llevaron a los empujones a sus padres, estableciendo esas similitudes con Camilo, el personaje de “Los sapos de la memoria” a quien su mamá deja escondido adentro de un canasto de ropa sucia cuando es secuestrada.

Un muchacho mendocino me rastreó a pocos años de aparecida la novela, para preguntarme si yo conocí a sus padres, porque la historia que yo había escrito era casi igual a la suya, y le hice escuchar varias cintas que llevaba grabadas con historias similares de “otros hijos”.

¿Cuál fue la respuesta, en general, a la aparición de "Los sapos de la memoria" allá por 1997?

Costó mucho publicar esta novela. Siempre estaré agradecida a Jorge Felippa y Mónica Ambort por haber apostado a su 1º edición con el sello Op Ollop, en Córdoba. Es que nadie quería editarla. En Buenos Aires me había corrido varias veces, porque “no es el tipo de propuestas que pensamos”, porque de eso no se hablaba, porque “era políticamente incorrecto”… etc. Cuando finalmente se editó, la presentamos en el auditorio de la Legislatura de Córdoba. El escenógrafo Santiago Pérez (a quien también estoy muy muy agradecida) montó pancartas con graffitis y consignas de época desde la peatonal de la calle Deán Funes hasta el 2º piso de la Legislatura. Se llenó de gente esa presentación. Mis compañeros de la universidad que no veía desde hacía años, aparecieron como en un sueño. Amigos que habían sufrido la represión. Bueno, fue como decir a todos “miren, acá estamos”… “Los muertos que mataron gozan de buena salud”… Fue revivir. Fue abrazar a los que se habían ido injustamente. Fue un gran reencuentro con mi gente, con la historia y con jóvenes lectores.

La novela recibió muy buenos comentarios desde su aparición. Los profesores de literatura la recibieron y convidaron a su lectura a muchos estudiantes secundarios, universitarios, etc.

¿Por qué el título "Los sapos de la memoria"?

Se mezclan varias razones. 1- A mí me espantan los sapos, y como ya conté, esta historia me espantaba.

2- Cada capítulo de la novela inicia con un epígrafe, porque quise (además de promover otras lecturas) resaltar una estética de la época, muy de los años 60-70 donde siempre se citaba en los graffitis a los poetas, pensadores, músicos favoritos. Bueno, en aras de rescatar esa estética de la época, se me vino a la cabeza un dicho alegórico que se usaba por aquellos años para hacer notar que te estaban engañando con algo. Se decía “te quieren hacer tragar un sapo”.

3- El color de los sapos y el verde de los Falcon y uniformes que usaban los genocidas.

4- Los sapos dan saltos, como los que intenté realizar para activar la memoria.

Una ensalada de todas esas razones dan cuenta en ese título.

¿Qué significó "Los sapos de la memoria" a nivel personal?

Un acto literario de socializar con los jóvenes lectores otra cara de la moneda de la historia reciente de la Argentina. También un importante reconocimiento a nivel nacional e internacional de mi tarea de escritora.

¿En qué momento socio-histórico-político se sitúa la historia de Camilo, el protagonista?

La de él, en los 90. La de sus padres, durante la última dictadura militar en la Argentina, en los 70.

Con respecto a la organización de los capítulos al interior del libro, ¿cuál fue su intención u objetivo como autora? Porque, personalmente, como lectora me dio la sensación de que aquellos capítulos en los que se cuenta la historia de los padres de Camilo y sus compañeros es para que entendamos por qué él dice, siente y piensa como lo hace y entendamos, a su vez, la conducta de las personas que forman su entorno. ¿Puede que así sea?

Claro. En 1º persona del presente Camilo piensa, vive, busca. En tercera persona del pasado, una voz narra la vida, los modos de pensar y de buscar la libertad de sus padres.

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