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Los medios masivos de comunicación en la LIJ



Las palabras nos atraviesan asignando un valor explícito a nuestra existencia y a lo que nos rodea. Nos ponen en acción frente al mundo y a los otros. Por eso es tan importante dar espacio para que una vasta diversidad de voces y palabras circulen. Y es sin lugar a dudas la lectura un modo primordial de hacernos y asirnos a las palabras de los demás.

Hoy los medios masivos de comunicación se han entronado como legítimos y valederos relatores. Lo que dice la pantalla se impone como discurso de la verdad. La relatoría del consumo, del éxito, de los modelos a seguir han ido reemplazando a la voz de la historia y la de los adultos significativos de la infancia, quienes a su vez ya forman parte de ese numeroso corpus de personas mediatizadas por el discurso de dominante. Así, nuestros chicos y niñas, al igual que sus padres y tutores, vivimos expuestos a mensajes que a diario nos dicen que estamos incompletos sin tal o cual mercancía, sin alguna oferta de lo que deberíamos apetecer. También a expensas de muchos juguetes y malos libros que exaltan estereotipos monárquicos, sexistas, bélicos, ya sea que provengan de versiones de dibujos animados, o de juegos digitales que propagan la ideología del mercado y la violencia.

Y así vamos, todos domesticados por juegos brutales, por la misma telecapitalista, por las mismas películas Nexflix que nos inyectan culturalmente a quién amar, qué aspirar y a quién odiar. Atravesados “sobre la base de un soporte ideológico que, al cabo de un tiempo, conforman para el niño una imagen de vida tan deformada como esclavizante”.[1]

Los creadores de este mundo imperial y mediático han estudiado mucho los mecanismos de penetración ideológica que provocan estos procesos de aculturación. El Plan Atlanta, denunciado por el ex presidente uruguayo Raúl Sendic, es un ejemplo que da cuenta de la intencionalidad de estos mecanismos (en este caso con fines de estrategia política global)[2].

Un fenómeno tan visceral para nuestras sociedades, sin embargo, es menos estudiado y poco tratado en los libros para chicos. Hay poca ficción LIJ que aborde el verdadero conflicto de la enajenación, procesos de aculturación e invisibilización que provocan los medios masivos de comunicación cuando están al servicio de un poder dominante. Casi podría tratarse de un tema tabú o al menos escasamente explorado en los libros dedicados a la infancia y adolescencia.


Traigo a esta reflexión tres casos (siempre el recorte de una realidad a estudiar es una mirada acotada), que podrían ser punta de lanza para más investigaciones y quizás otras creaciones.


El primero:

La novela juvenil, Un hombre con un tenedor en una tierra de sopas del catalán Jordi Sierra i Fabra (Paralelo cero. Editorial: Bruño. 1998.)



Trata de: Un célebre fotógrafo (Chema), galardonado con un importante premio internacional, obtenido por la espeluznante foto de una matanza de indígenas en Chiapas (México) donde se ve una madre y sus hijos tratando de huir. Pero luego, Chema termina suicidándose inexplicablemente. Su hermano menor Isaac, estudiante de periodismo, se pregunta el porqué de esa muerte en pleno éxito y decide averiguar las posibles razones de la misma. La investigación le llevará al corazón del conflicto, la selva Lacandona, donde la rebelión de todo un pueblo zapatista es reprimida por un inescrupuloso coronel Tejeda, con quien el reportero gráfico ha negociado una nota.

El libro consta de cuatro capítulos más un epílogo. Tiene una presentación (cuando le informan a Isaac de la muerte de Chema), un nudo (toda la investigación, propia del género negro donde además se visibiliza el contexto político de la lucha zapatista), y un desenlace (cuando cuenta sus descubrimientos a Chema en la tumba: el reportero no ha podido soportar en su conciencia el desequilibrio entre el poder de la comunicación y a lo que se recurre con tal de acceder a una nota, y al éxito).

Se desnuda en este texto el horror de la masacre que puede desatar un medio de comunicación masivo cuando está al servicio de sistema de opresión, de valores mercantiles y meritocráticos de los medios al servicio capitalismo en contraposición de estar al servicio de los oprimidos.


El segundo caso:

Sol de noche (Trilogía) - de la argentina Andrea Ferrari (Lo que leo. Santillana. 2015) compuesta por "La velocidad de la música", "Las marcas de la mentira" y "El ruido del éxito".



En La velocidad de la música aparece el personaje principal de la trilogía: Sol Linares, una adolescente hija de un periodista y de una fotógrafa inglesa fallecida misteriosamente, lo cual su padre prefiere dejar en el pasado. Ella se escabulle en la redacción donde trabaja su padre, desea que la contraten y demostrarle a su padre que quiere ser periodista. Sol, que es obcecada y aventurera, halla su oportunidad cuando descubre el cadáver de un hombre cerca del hotel donde se hospeda un famoso cantante juvenil y mediático al que intentaría acceder. “Su primer muerto”, lo denomina. Es a partir de ahí que se sumergirá en el mundo del periodismo policial inventándose una falsa identidad, en un blog que llevará adelante en secreto siguiendo pesquisas y revelaciones.

En Las marcas de la mentira el tratamiento de los medios no es tan relevante. Pero en la tercera novela de la trilogía, El ruido del éxito, la televisión será el punto nodal. La historia desnuda las manipulaciones del discurso mediático a partir de un escándalo ocurrido en un reality show, donde una participante enfrenta la muerte ante las cámara. Sol Linares, la joven periodista de la trilogía, desenmascara las ruindades humanas expuestas por los medios en tipo de programas y los espejos mentirosos del éxito a cualquier costo, que se ofrece como modelo social.


Por último, un libro para niños (siempre entendiendo que la buena LIJ es aquella que también leen los chicos, como decía Malicha Leguizamón: “Se entiende por literatura infantil toda obra, concebida o no deliberadamente para los niños, que posea valores éticos y estéticos necesarios para satisfacer sus intereses y necesidades”[3]).


La babirusa atómica , de los argentinos Joaquín Areta (escritor) y Magui Ledesma (ilustradora) editado por Pípala en 2016.



Es un libro álbum, o sea donde imagen y textos complementan sentidos y narrativas.

Trata explícitamente acerca de un ratón poderoso, Albert Mock, que es atacado por algo o alguien extraño (nunca aparece figurativamente) y cito: “Al no tener con quién descargar su furia, inventó la historia de un animal maligno”.

O sea la construcción del enemigo como premisa, y cómo lo hace? : “le pidió a sus amigos de los diarios y la TV que escribieran libremente sobre el ataque”. Así aparece un enemigo: La babirucha atómica, que a mi modo de ver, como simple lectora, remite a la búsqueda y justificación de la guerra contra Irak y otros pueblos en busca de bombas nucleares?

A partir de ahí, se ven en el álbum imágenes de un gente con miedo, vidrieras rotas, pintadas “No a las babirusas” y también fábricas cerradas con carteles sobrepuestos de “Vote a MOCK”.

“Familias enteras comenzaron a creer cosas imposibles” y a manifestarse contra las babiruchas imaginarias. Se erige el Sr. Mock como el redentor y se planean intervenciones militares a países como Birmafastán y luego en Babiria. Todo siempre televisado y al no hallar Babirusas, el Sr Mock denuncia un nuevo ataque que supuestamente ha sufrido y los medios realimentan el miedo a las Babirusas. Pero los habitantes de Babiria de organizaron con mucho ingenio y cooperando entre sencillas modistas y hasta ingenieras en náutica, para disfrazar de Babirusas a los cerdos y asustar a los invasores. Mock, sus medios, sus milicias y sus miedos regresan a “resolver sus problemas, que después de todo, eran los asuntos de su país”. Y el final es muy gracioso y revelador, sorprendente y casi ridículo.

Es un libro donde todos los elementos de la Posverdad están presentes, ​ o sea la distorsión deliberada de una realidad, ¿con qué fin? el de modelar la opinión pública, en la que los hechos objetivos tienen menos influencia que las apelaciones a las emociones y a las creencias personales, creando una verdad mentirosa, alternativa, capaz de influir en actitudes sociales.


Definitivamente, nuestra LIJ necesita seguir avanzando en la exploración de estas temáticas, porque como sabemos, la ficción siempre es un puente donde recrear nuevas maneras de encontrarnos.




[1] Cresta de Leguizamón, María Luisa (2018) La caperucita roja de Córdoba y de como el lobo no pudo con ella. Ed. Comunicarte, Córdoba.


[2] https://www.elobservador.com.uy/nota/sendic-el-plan-atlanta-esta-dirigido-a-desprestigiar-a-dirigentes-de-izquierda-20188615540


[3] Cresta de Leguizamón, María Luisa (Ob. Cit)

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